jueves, 14 de mayo de 2020

Heidegger escucharía a C.Tangana

La cultura de masas nos induce irremediablemente a etiquetar de superficial a todos sus productos artísticos. No obstante, la Filosofía tiene mucho que decirnos al respecto de la profundidad que esconden. A pesar de que aquellos nombres impronunciables componían las pesadillas de muchos de los adolescentes con sus disquisiciones acerca del ‘ser’ y el ‘no ser’, ellos tendrían las pautas para comprender la profundidad de C.Tangana.

Respecto a éste, sus logros musicales lo han catapultado a la cima de la música española. Millones de visitas en Youtube, hacen que para el público joven sea una figura más que conocida. Para no redundar, seré excesivamente breve con su presentación: un joven rapero madrileño abandona la figura clásica del rapero underground marginado, para abrazar a la industria musical  y conseguir estar entre los artistas más populares para el público joven, llevando por bandera una música fresca que mezcla trap, rap y otros géneros urbanos. Para el que esté más interesado, en la obra de Ernesto Castro encontrará muchísima más profundidad.

Rosalía y C.Tangana trabajando para su canción 'Antes de morirme'


La obra de C.Tangana, sin embargo, trasciende los límites clásicos del análisis artístico al que estamos acostumbrados. Si analizamos las canciones de C.Tangana y las escuchamos individualmente no lograremos desentrañar la enorme profundidad de su arte. En perspectiva, apenas un conjunto limitado (y variable) de recursos diferencia a C.Tangana de algunos de los músicos de su propio género.

Por el contrario, tendremos que preguntar a Heidegger para que nos ayude a encontrar la verdad oculta tras C.Tangana. Heidegger intentó responderse a una pregunta que revienta los sesos a generaciones de estudiosos del hombre, desde hace centenares años: ¿Qué es el arte?

Tras su estudio, Heidegger llegó a la conclusión de que el arte no era la obra de arte en sí, sino la intencionalidad expresiva que hay oculta tras la obra, es decir, el mensaje que esconde. Esta corriente de opinión se hizo mayoritaria durante la segunda parte del siglo XX, y es sostenida por reputados (y discutidos) artistas como Marcel Duchamp. Volviendo a Heidegger,  él dice que el arte y el discurso están tan estrechamente unidos, que una obra material valiosa y de un precio incalculable como ‘La Mona Lisa’ de Da Vinci, si se le realiza una réplica exactamente idéntica por un autor cualquiera, el resultado tendría un valor ínfimo, perfectamente asequible para cualquiera de nosotros. Esto se debe a que lo valioso es la originalidad del discurso que acompaña a la obra, y su forma de ser expresado, no tanto la obra estética en sí.

Heidegger afirma que todas las obras de arte tienen un ‘ente’, es decir, una forma física, reconocible por todos nosotros. Pero quedaría únicamente a la vista del experto artístico la intencionalidad de la obra, que es el verdadero sentido de la misma, que Heidegger llama ‘su ser’. De esta forma podríamos distinguir la artesanía como un ‘ente’ sin ‘ser’; la ausencia de un discurso (o intencionalidad) empujaría a una bella y compleja manufactura a ser una mera artesanía: estética sin contenido. Por ello, para Heidegger el arte consiste en esconder de forma original un ser tras el ente.

Seguiría diciendo Heidegger, que si el arte es el “ser tras el ente”, una obra de arte sin público no sería arte. No se habría completado el ciclo completo de la obra, que necesita para su constitución que alguien arroje luz sobre el significado auténtico de la obra. Por ello, Heidegger se ríe de aquellos que se emocionan ante un cuadro sin saber su verdadero significado, pues se quedan en lo estético, sin lograr captar el verdadero mensaje (intencionalidad) que esconde.

Antón Álvarez en 'Alligators' durante su conversión a C.Tangana

Y aquí volvemos a nuestro C.Tangana, quien en una entrevista en El Bloque afirma que: “lo que yo hago no es solamente la música que saco, es como me muevo en la industria, como muevo la imagen, como utilizo los shows para decir las cosas que digo, esto es parte de mi obra también […] me siento más grande como obra que mis obras concretas”. De esta forma, explica que la intencionalidad de C.Tangana va mucho más allá de su propia música, y que quizás, la propia música sea el ‘ente’ que esconde el verdadero ‘ser’ de C.Tangana.

De hecho, C.Tangana es la obra de arte en sí: es el alter-ego de Antón Álvarez, quien sufre un consciente desdoblamiento de su persona en C.Tangana, de forma obviamente deliberada e intencional. De esta forma, C.Tangana es un fantasma etéreo que se manifiesta en videoclips y escenarios vendiendo una vida que no existe, pues el mismo Antón Álvarez asegura que “lo que yo vendo no existe, no es real. No vivo así”.

Autoconscientemente, Antón proyecta sobre C.Tangana todo aquello que odia y que critica en su fuero interno, usándose a sí mismo mediante el personaje de C.Tangana como parodia para vilipendiar y que los demás odien aquello que también odia Antón. Pero ese ejercicio de despersonalización le produce una enorme carga, como afirma en una de sus entrevistas “qué pereza me da algunas veces tener que volver a ser C.Tangana”, pues, aunque él pueda verlo claro, la gente no es consciente del mensaje que profundamente quiere lanzar. Esto provoca que se mezcle frecuentemente a la obra de arte con el artista.

C.Tangana 'Llorando en la limo'.

Antón Álvarez se ha convertido en la persona subsidiaria, que odia al personaje que encarna, como él mismo afirma diciendo que “a mí no me gusta mi trabajo, pero merece la pena por el resto de cosas”. La letra de ‘Intoxicao’ ejemplifica este proceso: “Intoxicao' por el poder/no sé/quien maneja de los dos/si yo o él”. En ella, se advierte como la sobreexposición que sufre a la fama provoca que progresivamente Antón no pueda salir a la superficie, quien se ve forzado a tener que actuar abiertamente como C.Tangana.

Pero, si Antón odia tanto a C.Tangana, ¿por qué le dio vida? ¿que sentido tiene seguir manteniendo a ese fantasma arrogante? Sencillo, esa es precisamente la razón por la que C.Tangana es quizás, bajo mi juicio, la mayor obra de arte español del siglo XXI. Quizás presuntuosamente, le agrego tres intencionalidades esenciales al personaje de C.Tangana: primero, moralizar a la inversa. Si en la canción protesta de la que proviene (rap u otras vertientes), el cantautor machaca con una moralina extenuante al que lo escucha, C.Tangana actúa a la inversa. Proyecta en sí mismo valores negativos, para que el receptor reflexione y se oponga a él, otorgándole al receptor la libertad de elección para proponer y elegir los valores que crea oportunos. Mucho más millenial esto último.



En segundo lugar, C.Tangana comparte con Antón un mismo objetivo: llegar a lo más alto. Quizás por eso Antón odia aún más a C.Tangana, pues admite que en realidad “me gusta aquella movida super purista [en referencia al rap que hacía cuando era Crema]. Es una putada, y a la vez tiene algo de gracioso, […] ahora me odia toda la gente a la que yo [admiro]… les da rabia lo que hago”. Es consciente de que su popularidad se debe a una personalidad falsa, y en parte, no es su propia fama, sino la de C.Tangana. Quizás esto genera aún más inquina hacia el personaje, pues le obliga a crear piezas musicales con las que no se siente plenamente identificado. C.Tangana es para Antón un sacrificio temporal, un camino en el desierto hacia el éxito.

Y el último de los motivos, y por el que considero una obra excelsa, es el cuestionamiento al funcionamiento de la industria musical que subyace en C.Tangana. En su discurso, hay una implícita relación entre “sistema económico” y la “industria musical”. La explicación desde sus propias palabras es la siguiente: “El objetivo de todo esto no es llegar a donde está ya todo el sistema, sino tener el mismo poder [… ] En vez de decir ‘los de arriba nos están jodiendo, porque son unos cabrones y yo voy a ser real siempre y auténtico para siempre’… vale hermano, pero te vas quedar ahí. Si subes arriba, y te enfrentas a eso, con el mismo poder que tienen ellos, puedes hacer realmente tu movida”. En sus palabras, encontramos una confusión, quizás adrede, entre fama y poder. Para él, su trabajo con la industria, es un mal menor circunstancial, mientras obtiene suficiente poder como para enfrentarse a la opresión del stablishment musical. Esta lucha personal es la que proporciona legitimidad a Antón para acumular fama. Como vemos, tras el personaje hedonista y descreído de C.Tangana, se encubre un Antón idealista.

A nuestro análisis lo respalda, que a pesar de no poder enfrentarse a la multinacional abiertamente, C.Tangana ha dado ya muestras de su cariz contestatario. En la edición de 2018, Operación Triunfo pensó que sería una buena idea invitar a C.Tangana a su gala. Desafortunadamente para los realizadores, no fue así. Operación Triunfo representa para Antón la hipocresía del mundo de la música, que vende que las habilidades musicales son las que hacen triunfar al artista, contra la realidad que muestra que solo el mercadeo publicitario es el único camino hacia la fama.


A pesar de su oposición frontal, C.Tangana tocó en directo en la gala de Operación Triunfo. Eso sí, cantando a capella y sin autotune, con una instrumentalización minimalista y una escenificación basada en un atrezzo bastante pobre, muy alejado de lo que acostumbrada el pomposo artista. La guinda fue la canción escogida, llamada ‘Veneno’, la cual reza lo siguiente: “me pregunta la prensa/ Puchito, ¿cuál es la maña/ sin cantar ni afinar/ pa’ que te escuche toa’ España?”. Se le ha de añadir un carraspeo intenso entre el penúltimo y último verso, que recalca la idea de que cantar no es la mejor de las virtudes del artista. Tras esto, se marchó sin despedirse, dejando completamente perplejo al elenco del programa,.

C.Tangana en Operación Triunfo 2018

Otra de las subsecuentes críticas que encontramos en él es la ironía con la que critica a la juventud. A pesar de construir un personaje con características negativas (individualismo, arrogancia, …), la juventud llega a empatizar con el personaje. Puede ser debido a que C.Tangana exterioriza los mismos sueños que ellos: su ansía de éxito. A la misma vez, pone en cuestión las preferencias musicales del gran público, pues consigue llegar a lo alto siendo consciente de que está creando una música deliberadamente comercial, siguiendo las exigencias del mercado.

Queda patente pues, al tratarse de una obra de arte compleja y compuesta, el ‘ser heideggeriano’ escondido en el ‘ente’ C.Tangana tiene un carácter poliédrico. A pesar de su intencionalidad nítida de fondo, subyacen diversas críticas al funcionamiento social en general, dispuestos a ser abordados mediante una crítica a la música en particular.

Es por ello, que entendemos que la valoración artística a C.Tangana no debería regirse (únicamente) por su producción musical, sino que sus canciones son apéndices artísticos de un mismo corpus (siguiendo la metáfora orgánica). Cada canción, cada gesto, cada portada, cada polémica tiene sentido en relación al resto, y están al servicio deliberadamente del personaje de C.Tangana y de su crítica socio-cultural. La originalidad del autor estriba en la forma que adquiere esta instalación artística, que es tan inabarcable como difusa. La variabilidad y maleabilidad de la que hace gala C.Tangana para adaptarse a la demanda musical, anticipan en él un artista conceptual.

C.Tangana no es una obra de arte efímera, C.Tangana ha llegado para quedarse y reinar. La cuestión es si C.Tangana acabará engullendo a Antón, o si una vez asentado en la cima, Antón matará al personaje delante de todos en una especie de clímax, cerrando el círculo sarcástico que empezó y mostrándonos la verdadera alethéia que escondía.

C.Tangana con Becky G

2 comentarios:

  1. ¡Una gran publicación! Verdaderamente interesante ese trasfondo filosófico. No me gusta opinar sobre las personas que no conozco pero como figura pública es muy analizable. La lectura se sigue muy amena y se nota que está trabajada. ¡Un saludo!

    ResponderEliminar
  2. Genial análisis. Los que le seguimos desde los inicios le hemos acompañado en cada uno de sus pasos artísticos, y los que quedan. ARTISTA.

    ResponderEliminar

¡Sí a la Superliga Europea! Una justificación desde la Sociología.

La sociología española debe posicionarse indefectiblemente en la constitución de una Superliga Europea de fútbol. Esta sentencia viene al hi...