jueves, 6 de agosto de 2020

Luz sobre el Líbano: las causas de la violencia



En la mañana del 4 de agosto, se registraba la mayor explosión no-nuclear de la historia, según expertos como Andrew Tyas. Ha tenido lugar en la capital del Líbano, Beirut, la cual  cuenta con una población censada cercana a los dos millones. La explosión ha dejado inhabilitadas las infraestructuras de la ciudad, y se calcula que más de 300.000 personas han perdido su vivienda. De momento, hay confirmados más de 5.000 heridos y en torno a los 150 fallecidos.

Teniendo su epicentro en el puerto marítimo de la capital del Líbano, aún se están investigando las causas. Las investigaciones oficiales apuntan a un deplorable mantenimiento de un depósito que contenía 2750 toneladas de nitrato de amonio. Debido a sus altas concentraciones de nitrógeno, el nitrato es utilizado frecuentemente como fertilizante en la agricultura. Es de común utilización, pues el nitrato no es combustible en sí mismo, sino que para su ignición debe aplicársele una fuente incandescente.


Puerto de Beirut durante la explosión.


Su fácil adquisición y sus propiedades explosivas junto a queroseno u otras fuentes explosivas, han convertido al nitrato en uno de los productos más utilizados para la creación de artefactos explosivos. Terroristas de toda índole lo han utilizado con anterioridad, entre ellos Anders Breivik o McVeight.

Pero hay una pista que hace encender las alarmas de los escépticos en las versiones oficiales. En 1994, explotaba un coche bomba frente a la Asociación Mutual Israelita de Argentina (AMIA) de Buenos Aires, causando la muerte de 85 personas. El material utilizado fue el nitrato, el mismo causante de la explosión del Líbano. El caso del atentado de AMIA fue llevado por el famosísimo fiscal argentino Alberto Nisman, quien posteriormente se encontró “suicidado” tras acusar como artífices de la matanza a Hezbolá.


Atentado de AMIA en Buenos Aires (1994)

El artífice de la matanza de AMIA según Nisman fue Hezbolá. Esta es una organización terrorista del Líbano, de orientación islámica y tendencia chií, cuya dirección y financiación recae en la República Islámica de Irán. Su origen proviene de la encrucijada geopolítica y religiosa que sufre el Líbano tras la Guerra Civil Libanesa (1975-1990). En ella, la diversidad étnica, las diferentes confesiones religiosas y los intereses extranjeros se unieron para causar un conflicto, que aún hoy se mantiene en pie.

La división entre Suníes y Chiíes afecta gravemente al Líbano. La diferencia entre ambos, aún siendo teológica, tiene una dimensión fuertemente geopolítica. Mientras los suníes orbitan alrededor de los intereses políticos de Arabia Saudí, los chiitas lo hacen alrededor de Irán. Ambos financian y entrenan unidades paramilitares externas a sus fronteras con las que intentan hacer prevalecer sus intereses en los países vecinos. Mientras Arabia Saudí financia a Al-Qaeda o los Talibanes (e incluso, según algunos analistas, puede estar detrás del Estado Islámico), Teherán financia explícitamente a Hezbolá, así como al gobierno sirio. 






Nacida en la Guerra Civil Libanesa, Hezbolá mantiene como principios políticos el no reconocimiento del estado de Israel, al cual ven como el enemigo fundamental y fuente de la inestabilidad de la región. Reclaman la instauración de la República de Palestina, en el ahora territorio ocupado por los estados de Israel y Jordania, cuya capital sería Jerusalem. Esto choca frontalmente con los intereses estadounidenses, siendo Israel el aliado americano principal en la región, y soberano de la mayoría del territorio que reclaman los chiitas, además de ser Jerusalem la capital del estado hebreo.

Hezbolá mantiene su guerrilla contra Israel, a la que frecuentemente provoca mediante ataques de escasa trascendencia. Desde la frontera israelo-libanesa, ataca con cierta impunidad y connivencia por parte de las autoridades libanesas a Israel, creando un clima de tensión constante entre ambos estados. Siendo dependiente de la financiación iraní, su actividad terrorista se mantiene ligada a la conflictividad en Siria.


Manifestación de banderas de Hezbolá y de Siria con el rostro de Al-Assad.

Siria, a su misma vez, ha sido escenario de tensiones de alto nivel, tras la declaración del Estado Islámico, presuntamente financiado por Arabia Saudí (aliado de máximo nivel de Estados Unidos). El Estado Islámico levantó en armas a gran parte de la población suní de Siria contra el gobierno cristiano-chií sirio, organizando además el alistamiento internacional de combatientes voluntarios suníes contra el orden chií, venidos de todo el orbe musulmán.


Ejecuciones difundidas por el Estado Islámico.

La brutalidad con el que actuaron las milicias sublevadas del Estado Islámico conmocionaron a todo el mundo. Bajo la única legalidad del Corán, las ejecuciones públicas y difundidas por internet llevaron a cooperar a diferentes países. La entrada de Rusia en el conflicto mediante el despliegue de sus tropas, la capacitación a las Fuerzas Armadas Sirias, así como diferentes convoyes humanitarios fueron las herramientas con las que Rusia aplacó a los terroristas del Estado Islámico. Sin embargo, estos aún persisten en determinadas zonas de influencia, entre otras el este del Líbano.

Estas tensiones y la pretensión de Israel para hacerse con los pozos de gas, que se sitúan dentro de la frontera libanesa con Israel, son el caldo de cultivo para numerosos magnicidios por parte de Hezbolá. Entre éstos, podemos citar los de Rafiq Hariri (primer ministro suní del Líbano) o de Gemayel, quien fuera Ministro de Industria libanés de origen cristiano maronita. Es destacable que este último fuera miembro de la destacada familia de los Gemayel, relacionados con el poder libanés y con las Falanges Libanesas, de orientación fascista que organizaron genocidios contra la población musulmana durante la Guerra Civil del Líbano.


Funeral de Rafiq Hariri.

En 2006 el Consejo de Seguridad de la ONU firma la resolución 1595, en la que insta a crear un Tribunal Internacional para juzgar dichos crímenes. Rusia y China votaron en contra, por asegurar que suponía una vulneración de la soberanía nacional libanesa para solventar sus propios problemas políticos internos.Estos magnicidios han sido juzgados insistentemente por la justicia libanesa, quién se ha negado a extraditar a los acusados a La Haya para someterlos al Tribunal Internacional

La explosión de Beirut se origina casualmente días antes de la pronunciación del veredicto final de dicho Tribunal Internacional sobre el asesinato de Rafiq Hariri por parte de Hezbolá. En dicho sentido pueden interpretarse las palabras del presidente estadounidense Donald Trump, quien aseguró que “nuestros generales parecen creer que fue un ataque. Algún tipo de bomba”.

En la hipotética culpabilidad de Hezbolá, podríamos entender que a pesar de las tensiones entre Israel y el Líbano, Netanyahu (presidente israelí) haya puesto a disposición sus centros sanitarios para los heridos en Beirut. Esto puede leerse como un claro ejercicio de deslegitimación de los métodos utilizados por el oponente. Sin lugar a dudas, el conflicto en Oriente Medio lejos de solucionarse, se enquista por momentos. Sólo el dictamen de la investigación libanesa podrá esclarecer los hechos.

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