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viernes, 26 de junio de 2020

Una España por reconstruir, una Europa por remodelar. Entrevista a Nieves Hernández.


Tras el azote del tiempo, nada queda de aquello que dicen las personas, pues como dice el refrán: "las palabras se las lleva el viento". Sin embargo, aquel que guste del folclore podrá comprobar que hay determinadas historias que sobreviven al tiempo: los mitos y las leyendas.

Jasón en el barco Argo contra las arpías.

Hablando de mitos: sus estudiosos aseguran que la complejidad del cerebro se vuelve simple ante ellos. A pesar de modificarse para adaptarse a los diferentes tiempos, en su estructura profunda hay una serie similitudes en casi todas las culturas humanas. Por ejemplo, el mito del héroe nos marca cómo ha de actuar el que quiera convertirse en uno, inspirando a miles de audaces jóvenes ávidos de vivir hazañas. En esas idénticas fuentes de inspiración, puede encontrarse la razón por la que los más sabios rumorean aquello de que “la historia siempre se repite”…

Esta vez, el mito del héroe viajero es el que nos incumbe. Este mito habla de la necesidad del héroe de abandonar su cotidianidad para volver metamorfoseado y luchar contra el mal: es el Jesús de Nazareth que se evade al Desierto, es Odiseo con sus veinte años de viaje a Ítaca, es el Hércules que tiene que realizar aquellos doce trabajos para expiar su pecado, es el Éxodo judío por el desierto, o el Cid que sufre el destierro para luego volver. A esta coincidencia sus estudiosos llaman el “monomito”.

Puede ser, que en el rincón ibérico de Europa estemos creando nuestro propio héroe mitológico, pues en esta contemporánea España tenemos quien encarna este monomito: Pedro Sánchez. A quien le pudiera parecer de interés, adjunto un artículo que escribí hace un año, donde preguntaba:  ¿Llegará Pedro Sánchez a Ítaca? Hoy respondo: llegó, y con él, también llegaron los “argonautas” que confiaron en él. Uno de ellos es la que nos interesa en el día de hoy: Nieves Hernández.

Nieves Hernández, senadora del PSOE por Sevilla.

Esta senadora del PSOE fue apodada en una de las entrevistas realizadas como el "alter-ego de Susana Díaz", pues a pesar de las similitudes entre ambas, sus divergentes trayectorias políticas las han confrontado personalmente. Ambas son socialistas, licenciadas en derecho, sevillanas y con experiencia en el Consistorio sevillano. Sin embargo, Susana Díaz abogó por enrolarse en el “apparatchik” socialista junto a esta versión decadente que Felipe González está mostrando en su senectud. Nieves Hernández, por el contrario, decidió embarcarse junto a aquel grupo de "argonautas" que soñaban con reconquistar España de las manos del neoliberalismo. Para hacerlo, tuvo que enfrentarse a su némesis particular: Susana Díaz. Pero ni Susana ni la gestora del PSOE pudieron frenar el torbellino que suponía Jasón y sus argonautas.


Lograron la victoria sobre Susana Díaz y el añejo aparato socialista, y tras renovar aquel partido en proceso de ‘pasok-ización’, dieron la puntilla final al periodo de austeridad, recortes y neoliberalismo de Rajoy, derrotando también de paso, al pupilo de Aznar, un tal Pablo Casado, que por cierto, demostró no estar a la altura de su predecesor, perdiendo cinco elecciones consecutivas en tan breve lapso de tiempo.


 
EL PATRIOTISMO EN LA IZQUIERDA ESPAÑOLA


Con nuestra “argonauta” nos citamos para conversar acerca del papel que tendrá aquel “contubernio” de soñadores, pues no sólo han renovado el PSOE, sino que están en proceso de reconstruir nuestra amada España. Una España que parecía resquebrajarse, pero que el PSOE está consiguiendo no sólo revitalizar y cohesionar, sino también colocar  a la cabeza de Europa. Esta favorecedora política diplomática parece no contentar a la derecha, la cual lejos de contribuir en esta crisis sanitaria, se dedicado a enarbolar la bandera constitucional contra el gobierno en las calles. Pero Nieves Hernández nos recuerda: “el consenso constitucional, tan alabado por la derecha, se produjo a su pesar, pues la España constitucional no se la debemos a los que ahora enarbolan su bandera, sino a aquéllos a los que la derecha más ataca. Alianza Popular, de donde surgió el PP, se abstuvo o llegó a votar en contra de nuestra Carta Magna”. Qué ilustrativo que la derecha se manifestara en contra de la propia Constitución, cuyo artículo 116 recoge la implantación del “estado de alarma”… constitucionalistas de toda la vida.

Lo que no cabe duda, es que esos “constitucionalistas” que se embadurnan en patrioterismo barato rojigualdo están utilizando los símbolos patrios para su particular lucha contra el gobierno. Quizás con el consentimiento de una izquierda que nunca llegó a identificarse con unos colores que usó el franquismo.

¿Cree que es un proceso reversible?

-Si existen las banderas es justamente para simbolizar una identidad común, para unir. La bandera constitucional llegó tras una guerra, una dictadura y simboliza esa unidad de todos los españoles y españolas, ganada a base de diálogo, después de mucho dolor. Ha costado mucho, para que vengan algunos a pervertirla. La apropiación de nuestros símbolos comunes para enfrentar a unos con otros tiene el resultado no deseado de que se produzca un rechazo en parte del pueblo. Su uso para algo diferente a unir, es corromperla. Será reversible en la medida en que a los que la corrompen no encuentren respaldo social. Como dijo hace unos días el Presidente: “la bandera española es el trozo de tela tejida con los hilos de los 47 millones de españoles”.

¿Existe ese sentimiento de patriotismo en el PSOE?

-Muchas veces me he planteado por qué no decimos “matria” en vez de “patria”. Se dice la “madre tierra”, incluso en Sudamérica se habla de la “madre patria”. Hay tradición. No es un término inventado, sino que lo usó nuestra universal María Zambrano. Patria tiene el mismo origen que patriarcado, que “páter”… Cuántos crímenes se han cometido aludiendo a la patria…

Un análisis de esto daría para mucho, pero, en relación con la pregunta: hay un sentimiento de patriotismo que nos impele a luchar por nuestro pueblo, y por lo que es nuestro. En mi opinión, para eso son imprescindibles dos cosas: la primera, que haya un elemento de comunidad no excluyente. La segunda, que haya un contenido de “lo nuestro”.  Que haya algo que defender.

Me enervan los autodenominados patriotas que con una mano ondean la bandera y con la otra venden a precio de saldo las viviendas de nuestras familias a fondos buitres americanos, o se llevan el dinero hurtado a nuestras arcas públicas a paraísos fiscales, o se llevaban la producción de sus fábricas a China, dejando a trabajadores españoles en el desempleo. Para mí, esos no son patriotas. Aquéllos que a lomos de la globalización externalizaron todo lo que pudieron, los veremos plantear sin rubor la nacionalización de empresas para salvarlas. Esta crisis está dando la razón a la socialdemocracia, pero no lo van a reconocer.




EUROPA, ESPAÑA, ¿NACIONES PLURINACIONALES?


Desde la izquierda, parece que se intenta escapar del término nación. Es el término maldito, las vacuidades que encierra su uso hizo que la constitución republicana española de 1931 omitiera el término en todo el texto constitucional. No fue el caso de la constitución vigente, que mantiene cierto equilibrio artificial al denominar España como “nación de naciones”, con la pirueta terminológica que ello implica.

¿Sigue siendo útil aquella fórmula territorial?

-La alocución “nación de naciones” o la plurinacionalidad que el PSOE ha planteado como fundamento de la nación española, entiendo que no sólo no contradice nuestra Constitución, sino que es la interpretación lógica a la práctica homogeneidad de competencias que con el transcurso de los años hemos logrado en nuestro Estado de las Autonomías. Muchos hablan de federalismo imperfecto. La diversidad de nuestros pueblos desde una perspectiva positiva, no desde la del agravio o la recurrente tensión disgregadora.

¿Lograremos exportar a Europa nuestra “nación de naciones”?

-Estamos en un momento de redefinición de Europa. La buena noticia es que parece que se ha impuesto la visión de que es ahora o nunca. La pandemia, una situación extrema como ésta, tiene dos vertientes. La primera, la de la dificultad que surge de los hechos, pero la segunda es la más interesante. Pocos hechos históricos tienen una capacidad tan transformadora de la realidad: ocurre con las guerras, las catástrofes…

Es por tanto una ventana de oportunidad de Europa para reivindicar su lugar en el mundo, para salir reforzada y para no volver a cometer los errores que se cometieron en la crisis económica del 2008. Los últimos acontecimientos son muy esperanzadores, la respuesta común de la UE en todos los frentes está siendo muy importante, desembocando en el Plan Europeo de Recuperación NEXT GENERATION EU de 2,4 billones de euros. Me pregunto cómo habría sido esta respuesta, de haber seguido siendo miembro el Reino Unido. Su presencia en la UE probablemente en estos momentos habría sido un importante freno.


Borrell, Alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Políticas de Seguridad.


EL PAPEL DE ESPAÑA EN LA UNIÓN EUROPEA


En un momento tan delicado para nuestro país, hablar de Europa es inevitable. La reconstrucción irremisiblemente pasa por la cooperación de la Unión Europea. Italia también ha sido azotada por esta crisis sanitaria, y el Espacio Schengen está en juego por la difusión del COVID-19. Este Espacio Schengen es el principal vehículo que pone a nuestro país anualmente entre los destinos preferidos de millones de turistas europeos y a ellos en la cabeza del sector turístico. A su vez, la inmigración irregular cuyos pasos fronterizos giran en torno a Italia y España puede suponer un problema sanitario para toda la Unión Europea, pues sin suficientes fondos destinados al programa FRONTEX, difícilmente se podrá atajar este reto migratorio.

En definitiva, parece ser que los intereses geopolíticos vertebran la guía de actuación de la Unión Europea, que a pesar de su unión política, se fragmenta en grupos de intereses, como el Grupo de Visegrado.

¿Debe España patrocinar un "Grupo Mediterráneo" dentro de la UE?

-Han sido dos países del sur de Europa los primeros epicentros de la pandemia fuera de China. Al comienzo de la crisis, fue Portugal quien nos apoyó para que plantear posiciones en los órganos europeos que finalmente han sido respaldadas. Empezamos hablando de un Plan Marshall europeo con coronabonos. Posteriormente, tras obtener el respaldo de la mayoría de  los grupos en el Parlamento Europeo, hemos concretado el Plan Europeo de Recuperación Next Generation EU. Con este plan, vamos a impulsar la transformación de nuestra Unión para avanzar en la lucha contra el cambio climático, más justa socialmente, más solidaria, apostando por una mayor digitalización, apostando por la investigación, la innovación, un espacio seguro, que luche contra el terrorismo, la desinformación y el crimen organizado. Merece la pena participar en un proyecto tan ambicioso

Ningún estado o conjunto de estados tiene esta agenda. De hecho, ahora en el llamado grupo de Visegrado están muy preocupados porque habrá un porcentaje importante de fondos que vendrán a España o Italia (los países más castigados por la COVID-19). Al final no se trata de euroescepticismo, sino de una alianza para obtener mayor poder en el seno de la Unión.

La alianza entre los países del sur de la UE es inevitable, por razones históricas, geográficas y culturales. Además, siendo frontera sur de Europa, somos los principales receptores de inmigrantes. Pero hay otros hechos que nos unen,  como desgraciadamente el desdén con el que nos denominaron PIGS en la anterior crisis, o haber sido los más castigados en la pandemia.


¿Son estos intereses contrapuestos la causa de que no exista aún un proyecto de diplomacia conjunta en la Unión Europea?

-Nuestra postura es más Europa, una Europa más fuerte que pueda proteger mejor a sus ciudadanos. En todos los ámbitos. Ante la deriva estadounidense bajo la administración Trump, creo que es más necesario que nunca disponer de una autonomía estratégica en la dimensión de la defensa y la seguridad en Europa.

No descartamos, a largo plazo, que esto desembocara en el desarrollo de una Unión Europea de la Defensa o en un ejército europeo, aunque para los socialistas, las prioridades ahora son otras: una Europa más social, abordando decididamente los retos de la Agenda 20-30.

En el ámbito de la política exterior, hechos son amores. Con Josep Borrell siendo el Alto Representante para Asuntos Exteriores ponemos de manifiesto nuestra apuesta por una política exterior y de seguridad conjuntas. No hay duda de que el papel de España será más relevante: es el segundo país más grande de la Unión, la cuarta economía, muy cerca de Italia, lo que nos permite hablar de tú a tú con Francia o con Alemania. Debemos estar en el puente de mando.

En el mapa del mundo que se está configurando, en la nueva guerra fría con el telón de acero en el pacífico, sólo una Europa fuerte puede ejercer de contrapeso, de mediador, de actor internacional imprescindible. Los estados nación europeos son demasiado pequeños para desempeñar por sí solos un rol relevante.


miércoles, 27 de mayo de 2020

Una entrevista proscrita: Jordi Garriga

Esta es una de esas entrevistas que comúnmente no suelen aparecer en los grandes tabloides de nuestro país. Su lectura produce la embriagante sensación de regocijo, similar a la de un crío que se come todas las galletas cuando su madre está ausente. Más allá de identificarse con ellas o no, las ideas que aquí se expresan mantienen el exotismo inherente a lo poco común, a lo desplazado fuera del limes permitido. 



Y tiene su lógica la categoría de proscrito para Jordi Garriga. Imagínense alguien que se declara abiertamente 'antiliberal', en una sociedad como la nuestra, que ha sido edificada bajo los principios del liberalismo. En esa lucha consciente contra el Leviatán encontramos a nuestro entrevistado, combatiendo desde la filosofía. A Jordi Garriga su compromiso social lo ha empujado a investigar nuestra historia . Para el público común, ensimismado y amante de la libertad individual, sus obras supondrán un rompecabezas, difícil de encasillar en los antiguos moldes políticos europeos de izquierda o derecha. Será que quizás encajen mejor en el 'populismo integral'  que se pregona más allá de los Urales, donde suena una balalaika entre grandes pinos nevados.

Jordi Garriga en sus redes sociales.

Quizás ese sea el atractivo añadido de esta entrevista, pues a la misma vez que construye un análisis a los problemas de nuestro tiempo y nuestro país, deja un goteo constante casi imperceptible pero efectivo contra nuestros tradicionales valores liberales. Jordi Garriga supone un azote punzante, cuyas frecuentes sentencias polémicas contrastan con una lucidez al alcance de pocos. Su eclecticismo es el de un hombre libre que no ha utilizado la política para vivir, sino su vida para la política. Quizás esa honradez del activista convencido, es la causante y la inspiración de su último artículo en Mediterráneo Digital, donde honestamente alaba al ex-secretario comunista Julio Anguita, aún no siendo precisamente Anguita correligionario suyo.

Sin ánimo de enturbiar y acallar a nuestro entrevistado, os dejo con él para que saquéis vuestras propias conclusiones:


P. Empecemos por lo que irremediablemente debe ser el principio: cuando hablamos de España, ¿hablamos de una nación o de un estado de naciones?
R. España es una nación. Los separatistas mienten porque reclaman un retorno al feudalismo como algo nacional, cuando no lo es. El separatismo en los actuales Estados europeos no es más que neofeudalismo, en el sentido de que su único afán es reforzar poderes locales, muy locales, incitando a la defensa de señas de identidad que, a día de hoy, no son los Estados nacionales europeos los que las amenazan, sino la globalización contra la que no dicen palabra alguna. Es una nación porque ya desde la Geografía de Estrabón se nos considera algo unitario, ya la Reconquista es el intento de restauración del reino hispano-visigodo, luego de la cual fuimos el primer Estado moderno de Europa. ¿Diferencias culturales? Eso es algo natural, no político.



P. La constitución española afirma la existencia de naciones dentro de la nación española, ¿es esto una contradicción terminológica? ¿cómo solucionaría usted el debate? 
R. Eso fue un arreglo de la época, que desmiente la mitología separatista acerca de la confección de la Constitución, hecha según ellos bajo la amenaza de los malvados franquistas agazapados en la eterna España dictatorial… Fue un arreglo que se supuso sin consecuencias, tal como se suponía sin consecuencias el derecho de autodeterminación en las constituciones de la URSS y Yugoslavia, que fue un adorno bonito mientras el Partido comunista estuvo al mando. Luego, simplemente sirvió como bomba de relojería para destruir ambos Estados. Para el caso español es otra bomba de relojería, pues no puede haber naciones dentro de otra nación, aparte de que no especifica qué nacionalidades son esas, luego cualquier región o comarca, usando algún legajo medieval, requerirá su reconocimiento, luego privilegios: la destrucción de la ciudadanía en suma.

El debate se soluciona con una reforma constitucional, que si no se realiza es por los intereses mutuos entre las diversas facciones, claramente neofeudales, que integran la llamada "Casta". Hay un equilibrio que mantener y de momento les funciona.



P. Usted admite una inquina entre la izquierda contra España, ¿a qué se lo achaca? ¿es reversible? ¿Es generacional? 
R. Como observador externo de la izquierda, creo ver una evolución en paralelo de dos mitos: por un lado la asimilación de la cultura franquista que identificaba al Estado de quiénes vencieron en 1939 con la "verdadera España" (ellos confeccionaron el término “antiEspaña"). Por el otro, el triunfo del internacionalismo y de las luchas de liberación nacional de los 60's, ya no en el sentido de solidaridad entre naciones, sino de lucha global contra la opresión y de diferenciación entre naciones oprimidas y opresoras, entre atrasadas y desarrolladas, entre víctimas y verdugos. Lo curioso es que precisamente fue esa idea la que estuvo en la base de los fascismos de la primera mitad del siglo XX. Y por ello España debía avergonzarse de su antiguo imperio, y reconocer a las naciones oprimidas en su interior.

No es reversible, ya que la izquierda actual se halla embarcada plenamente en la construcción del mundo global sin fronteras, repleto de micro-naciones incapaces de hacer frente al brazo armado de las instituciones planetarias, donde la realización individual debe pasar por tener una identidad líquida, luego tener una patria es un acto retrógrado: seguirá fomentando la destrucción de las existentes y, cuando se formen nuevas, vindicará su destrucción nuevamente.

Ignoro cuál es la tendencia entre la juventud de izquierda o que se considera de izquierda, aunque veo que hay de todo. Los comunistas que yo llamo viejos arrastran desde hace 50 años un complejo de culpa irresoluble entre sus sentimientos y lo que el PCE fomentaba en el discurso oficial. Cuando en Cataluña hablaban en asambleas, muchos se veían obligados a disculparse por no hablar en catalán, ahí se vio la tendencia que no ha hecho más que empeorar.


Soldado Peshmerga kurdo en Siria


P. Los países occidentales reniegan de la etnicidad como elemento fundacional y legitimante de sus estados. Sin embargo, apoyan sin mesura la autodeterminación estatal de pueblos étnicos, como por ejemplo el Kurdistán o Palestina. ¿Cómo se relaciona esta contradicción? ¿todos los pueblos étnicos deben tener su propio estado? ¿qué ocurre con los territorios donde conviven diferentes poblaciones? 
R. Esa es ciertamente una grave contradicción. La excusa es que dentro de un Estado “democrático” sí que serían libres y respetados, pero al tratarse de un país dictatorial según los estándares globalistas, son la excusa perfecta para destruirlos, tal como pasó en Kosovo en 1999, cuando Serbia fue bombardeada alegando un presunto genocidio.

La cuestión étnica es una cuestión materialista, biológica. Y eso pertenece al terreno de la naturaleza, de la ciencia, no de la política. En Europa no hay ni una sola nación “pura” si se admitiese el compartimento estanco como medida de valoración: una lengua, una raza, un territorio, una cultura. Creo que solo se salva Islandia y ello por su lejanía. En Paría hay más corsos que en Córcega, entonces… ¿Dónde está Córcega? La cuestión étnica es una eterna matrioshka.

Si en un mismo territorio conviven diferentes poblaciones, entendiendo a éstas como de origen radicalmente diverso, hay un grave problema que debe resolverse con el tiempo. Si no se resuelve, tenemos algo parecido a los Balcanes, con disputas ya milenarias sin solución alguna. En el caso de España, ello se resolvió mediante las expulsiones, las conversiones y la Inquisición. En el resto de países de Europa, también. Nadie de nosotros recuerda si sus antepasados fueron romanos, godos, bereberes… El multiculturalismo destruye a las naciones por dentro, pues es signo de inestabilidad constante.




P. En sus artículos usted aboga por recuperar la soberanía nacional frente a las organizaciones supranacionales, como por ejemplo la Unión Europea. ¿Contempla que el papel de España en la arena internacional pueda depreciarse mediante la salida de la Unión Europea? ¿Por qué no considera a la Unión Europea una herramienta con potencial para la impugnación del modelo neoliberal?
R. Yo soy europeísta. Mis ideas respecto a lo que es una nación me imponen a considerar a Europa como la nación del futuro y las estructuras de la UE lamentablemente están orientadas a hacer del continente un mero mercado al aire libre, sin soberanía política firme ante los retos que se avecinan. Apuesto en estos momentos por una escalada revolucionaria contra una idea abstracta de Europa, dirigida a destruir su diversidad para ser una región más del One World. La actual UE se refleja en el espejo estadounidense, donde se llama Estados a cuadrículas sin identidad, donde la moral capitalista es la religión y donde el pasado se olvida por completo o se odia directamente, tal y como ellos hicieron al cruzar el océano.



P. Hay un conflicto abierto entre los intereses de las distintas regiones de la Unión Europea. ¿El grupo de Visegrado puede haber sido el precedente para la conformación de un grupo de países mediterráneos con intereses comunes dentro de la Unión Europea?
R. Es una lucha de clases entre el norte y el sur, eso está claro. Y ciertamente, la unión hace la fuerza, por lo que ese tipo de unión lo veo deseable. Lo triste es ver que no existe voluntad política alguna. Nuestros políticos son unos meros funcionarios encantados de cumplir con un papel de mayordomos, y más cuando sus actuaciones apenas tienen consecuencias para ellos.




P. La crisis del coronavirus ha puesto en riesgo la solidaridad europea. Uno de los países que más nos ha apoyado institucionalmente es Portugal, un país con el cual el 65% de los españoles (según Electomanía) estaría dispuesto a unirse. ¿Cree que es factible? ¿le parece beneficioso para España? ¿podría esto generar la superación de la problemática territorial e identitaria española?
R. El iberismo es un viejo sueño por el que a mí también me gustaría apostar. Y sería el caso en el cual un Estado federal está totalmente justificado, ya que se federa para unir y no como en el caso autonómico, que se federa para romper. Ello sería factible mediante, una vez más, la voluntad política de unos cuantos. El problema surge porque la UE no lo admitiría, no dejaría que se crease una entidad estatal fuerte con posibilidades incluso de caminar sola si se diera la circunstancia. 

La problemática territorial española es una cuestión feudal como he señalado antes. E incluso podría agravarla, pues dependiendo del estatus que se acordase a las partes, seguramente veríamos a muchos aspirantes a ser como Portugal entre las actuales autonomías…



P. La transferencia de competencias hacia las Comunidades Autónomas no para de crecer. ¿Es concebible a medio plazo un cambio territorial hacia el federalismo, o incluso el confederalismo?
R. El federalismo es un hecho ya en España, cuyas “autonomías” poseen más soberanía que Escocia y más capacidad fiscal que cualquier “Land” alemán… El sueño húmedo de todo separatista en España es poseer todas las ventajas de la soberanía sin ninguno de los inconvenientes. Por eso son tan partidarios de la UE y por eso nunca la abandonarían, ya que, como buenos feudales, les estará bien que de la moneda y el ejército se ocupe un señor lejano que no mire mucho cuánto y como se llenan los bolsillos en su territorio particular… Confederación sí, pero de España y en brazos de la globalización.



P. Algunas veces las tendencias republicanas en España impugnan la bandera española en razón del sistema político. Sin embargo, la Constitución Española de 1978 es bastante más garantista democráticamente que la propia Segunda República. Siendo una mera disputa de símbolos, ¿la sustitución de los emblemas patrios (bandera, escudo…) puede ser una solución para reavivar la cohesión patriótica, la integridad territorial e identitaria?
R. El mero hecho de que esto sea un problema real y de que genere interminables debates, es una demostración empírica de la importancia de los símbolos. En este caso, tanto da que la bandera rojigualda esté avalada por una constitución liberal democrática: es la bandera que llevaban los franquistas, los vencedores de 1939, los representantes de la eterna España… La emotividad, la identificación con unos colores, forman parte de nuestro ADN como especie. Una sustitución de colores sería una sustitución de ofendidos, sería una deslocalización del odio y, lo que es peor, no haría a la izquierda más patriota tras décadas y décadas de discursos contra las fronteras y humanismo abstracto multicultural.




P. Asegura usted que la familia está siendo socavada por el neoliberalismo y a punto de extinguirse tal y como la conocemos. Frente a la imposibilidad de la preservación de la familia en las formas nuclear tradicional, el feminismo proporciona un nuevo reparto de roles y tareas. ¿Puede ayudar la igualdad de género que pregona el feminismo a mantener la familia y con ello mantener una tasa de natalidad acorde a las necesidades del Estado?
R. Creo que nunca he afirmado que vaya a desaparecer, sino que en el mundo moderno es un estorbo, ya que la moral capitalista se escandaliza ante la pérdida de energía que representa un hogar, donde uno de sus miembros no participaba del desarrollo económico y donde se gastaba tiempo y dinero en la crianza de los hijos, por lo que se ha privilegiado la explotación igualitaria de los dos cónyuges (y por eso ahora tanto da que sean hombre o mujer ambos) y preferentemente que no tengan hijos sino mascotas. Para el relevo generacional es más barato importar personas desesperadas de la periferia, cuya crianza ha salido gratis y estarán agradecidos de ser esclavos. 

El feminismo posmoderno ha caído en el delirio de la igualdad biológica contra natura. Y esto no es político. El feminismo primitivo se alzó para igualar políticamente a la mujer en las sociedades occidentales, donde el estándar de vida y los adelantos técnicos hicieron posible aquello: sin electricidad, no habría feminismo. En cambio, el feminismo actual se desliza hacia el supremacismo cromosómico-hormonal, donde una especie de calvinismo genético determina la calidad humana de sus portadores. Es lo que sucede cuando toda buena idea se lleva al extremo.


Antaño, tener muchos hijos era fundamental para sobrevivir. Hoy, incluso es un estorbo, luego la gente actúa en consecuencia (hasta que la realidad rompa de nuevo la burbuja).

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